Tenía esa tarde la mar,
ira y rabia, grito y fuego. Agua fría entre mis dedos, la garganta seca, y los muslos tensos. Las olas rompían mi pecho desnudo, como un espigón de hierro. Seguía andando, mar adentro, con los ojos encendidos, y el aliento gélido. Por mis mejillas saladas, el mar de mis ojos se volvió oceano. Llévame, mar, trágame en tu seno añil. Yo con guerra en este pecho, tu con tus olas rugir. 'Vuelve niña hacia la orilla, que tu llanto de sirena y la pena de tus mejillas se pierdan sobre la arena'. Y con suave marejada, las olas se hicieron brazos, me salvaron del dolor y volví sobre mis pasos. Fue esa tarde cuando el mar, me curó de fuego e ira, fue cobijo y fue hogar, y me apagó las heridas. Una sola noche al año, los animales despiertan. Bailan, gritan, muerden, trepan, hasta que el día amanezca. Con sus máscaras de trapo, dan saltos sobre la hoguera. ¿Ya los oyes? Allí llegan.
Son los salvajes de Bruselas. A todas esas mujeres libres, fuertes, que luchan, que deciden sin pedir permiso y que entran sin llamar. Mujeres que innovan, que critican, que seducen y se dejan seducir, que son verdaderas y fieles a sí mismas. Mujeres que saben lo que quieren y se esfuerzan para conseguirlo. Mujeres que se apoyan y que no son contrincantes. A todas esas mujeres que me inspiran
y que me hacen sentir orgullosa de ser mujer. Una mirada que se vuelve reflejo ... ... agua que es continuamente cambiada y removida. Momentos que viven en un espejo.
Que me toques con dulzura sumergida, que tus manos sean el agua que se cuela entre mis branquias. Que me dejes recorrerte como un pez en una ría. Con mis escamas de ámbar, seré huésped de tu clímax. Y nadar, (y soñar) en tu barriga de agua y de sal. MCS Nunca supe que un velero podía navegar un canal. Un canal donde el aire huele a campo, en vez de a mar. Donde el agua lleva tierra, en vez de sal. Donde el marinero es de agua dulce,
pero sueña con oler la mar. Nuestros pies descalzos caminaban sobre la tierra que por unos días era nuestro hogar. Una comida compartida alrededor del fuego, juegos sobre la arena, y siestas colectivas bajo el pinar. El romper de las olas de un mar helado al fondo, su rugido se mezclaba con nuestro concierto improvisado. Un viento fresco y vegetal me golpea la frente, y me mece, en mi cama colgante entre dos pinos. Risas y carcajadas son una constante en mis oídos, miradas tibias, abrazos prietos. Y descubro que, al contrario de lo que siempre me dijeron, quizas el paraíso no sea un lugar, sino una compañía. A mis amigos, los Gal-Ándaluz.
Festival de Ortigueira, Galicia. No es tan difícil bailarle al viento. Sólo tienes que dejar ... ... que te envuelva.
Por completo. |
authorMy name is Marta and I take pictures. This is a space to share them and tell the story they show. Enjoy. |